Una luciérnaga no alumbra todo su camino, pero todas las luciérnagas estrellan una noche.
Como un tácito acuerdo, cuando unas luciérnagas se encienden las otras se apagan. Cuando se apaga un pensamiento se enciende el otro para que no te quedes a oscuras.
El sapo se traga la luciérnaga pero no queda iluminado. Los pensamientos del sabio se apagan en el buche del tonto.
Los pensamientos son como las luciérnagas, mientras vuelan en libertad iluminan toda la noche, si las aprisionas se apagan.
La luciérnaga que prende su luz se arriesga a ser descubierta y devorada por sus enemigos; así le sucede al hombre que se anima a decir en voz alta su propio pensamiento.
Cuando es de día las luciérnagas duermen apagadas; El hombre sabio calla lo que piensa cuando es inútil decirlo.
Si todos los animales noctámbulos iluminaran como la luciérnaga, se acabarían las noches. Si todos los hombres iluminaran con su propia luz, viviríamos con menos oscuridad.
Hay hombres que son como las luciérnagas: iluminan con su propia luz, intermitente y pequeña; y hay hombres que son como la luna: brillan con luz fuerte y constante pero ajena.
No desprecies la luz de la luciérnaga porque es un insecto pequeño; ni dejes de valorar lo que piensa un hombre, porque no tiene títulos ni dinero.
Anímate a ser como la luciérnaga, y descubrirás que en tu vida hay un poco de luz para iluminar a los otros.
Como un tácito acuerdo, cuando unas luciérnagas se encienden las otras se apagan. Cuando se apaga un pensamiento se enciende el otro para que no te quedes a oscuras.
El sapo se traga la luciérnaga pero no queda iluminado. Los pensamientos del sabio se apagan en el buche del tonto.
Los pensamientos son como las luciérnagas, mientras vuelan en libertad iluminan toda la noche, si las aprisionas se apagan.
La luciérnaga que prende su luz se arriesga a ser descubierta y devorada por sus enemigos; así le sucede al hombre que se anima a decir en voz alta su propio pensamiento.
Cuando es de día las luciérnagas duermen apagadas; El hombre sabio calla lo que piensa cuando es inútil decirlo.
Si todos los animales noctámbulos iluminaran como la luciérnaga, se acabarían las noches. Si todos los hombres iluminaran con su propia luz, viviríamos con menos oscuridad.
Hay hombres que son como las luciérnagas: iluminan con su propia luz, intermitente y pequeña; y hay hombres que son como la luna: brillan con luz fuerte y constante pero ajena.
No desprecies la luz de la luciérnaga porque es un insecto pequeño; ni dejes de valorar lo que piensa un hombre, porque no tiene títulos ni dinero.
Anímate a ser como la luciérnaga, y descubrirás que en tu vida hay un poco de luz para iluminar a los otros.